Empresario, político, ministro de Economía, vicepresidente de Gobierno, director del FMI, asesor de banca, consejero, presidente de Bankia… y apestado.
Este podría ser el curriculum de Rodrigo Rato.
¿Ha sido el sistema injusto con él?
Para explicarlo, he leído el libro de John Muller
Leones contra dioses que se ha convertido en un superventas de la literatura económica. Publicado por Península hace pocas semanas, este periodista que fue director adjunto de
El Mundo y responsable del suplemento
Mercados , revela el terrible combate que hay entre los políticos y sus ideales, contra los mercados y su lógica aplastante.
Uno de los capítulos narra la peripecia de Rodrigo Rato, cuando fue nombrado presidente de Bankia en 2010.
¿Quién era Rato? Nacido en Madrid en 1949, heredero de una fortuna industrial en Asturias, acabó sus estudios en Derecho en la Complutense, obtuvo un master en administración de Empresas en Berkeley (EEUU), y también un doctorado en Economía Política. Diputado del Grupo Popular en el Congreso desde 1982, se convirtió en uno de los escuderos de Aznar. En 1996, cuando el PP ganó las elecciones, fue nombrado vicepresidente segundo, y ministro de Economía.
Cuatro años después, una economía que venía de la Unidad de Cuidados Intensivos, estaba en la primera línea de la UE. Llamaron a esto ‘el milagro español’. Rato y su equipo fueron los taumaturgos.
Rato, más intervencionista que liberal, se opuso a aliarse con Bush para la guerra de Irak, y cuando el PP perdió las elecciones, en 2004, conservó su acta de diputado pero pronto viajó a EEUU para hacerse cargo del Fondo Monetario Internacional, nada menos. Tres años después dimitió dejando al gobierno de Zapatero boquiabierto, y a los empresarios sorprendidos. Razones personales.
En enero de 2010 Rajoy le designó para que fuera nombrado presidente de Caja Madrid, cuando todavía no se conocían las cuentas n los cadáveres en el armario de todo nuestro sistema de cajas. Solo se sabía que algunas cajas de ahorro españolas estaban repletas de pisos sin vender e hipotecas impagadas. Pero, ¿cuánto?
Rato emprendió la fusión de siete cajas en una (Caja Madrid, Bancaja, Caja de Canarias, Caja Segovia, Caja de Avila, Caixa Laietana y Caja Rioja), pues era la única forma de sostener un tinglado antes de que se desmoronase. Eso creó Bankia. “Asi fue como Rodrigo Rato, que no había sido nunca banquero, pero sí político, quedó al frente de a mayor y más compleja integración financiera que se ha dado en España y en la que se pretendía convertir unas cajas de ahorro gestionadas por políticos en bancos de verdad”, dice Müller.
Pero Rato insistió en que no deseaba un ingrediente en esa ensaladilla: el Banco de Valencia. “Se negó a cubrir sus necesidades de capital después de hallar una serie de irregularidades”, comenta el periodista. “No paró hasta conseguir que el ex presidente de Bancaja, José Luis Olivas, abandonara la vicepresidencia de Bankia”.
Rato sacó Bankia a Bolsa al año siguiente, en 2011. Era la única forma de conseguir dinero para una entidad que corría el riesgo de descalabrarse.
Ese mismo año, el Banco de Valencia fue intervenido: el 21 de noviembre. Era un auténtico pufo. Rato lo vio venir. Tenía razón.
Lo que no vio venir fue lo que vino después. La acción de Bankia se fue deslizando hacia el precipicio y los informes sacaban a la luz lo que se sospechaba: que ese grupo financiero estaba lleno de hipotecas sin pagar, promociones a medio hacer y muchas cosas más. La herencia de Blesa. La cotización seguía cayendo y la deuda aún más. Bankia era degradado una semana tras otra.
Relevado y acusado
Necesitaba ser rescatado de verdad. Justo el mismo día en que Rato tenía que ver aprobado un plan de salvación, presentaba su dimisión: el gobierno le relevaba y ponía allí a José Ignacio Goirigolzarri. Por esas fechas, el país entero corría el riesgo de hundirse y de pedir un rescate financiero. Fueron los meses más dramáticos de la historia financiera de España.
El problema fue que, al pasar los meses, se fueron levantando las alfombras de Bankia y entonces surgió mucho más polvo. Los excesos de Miguel Blesa, las tarjetas black, los amiguísimos…
Rato intentó acabar con las tarjetas opacas, pero como comenta Müller para este post, “debió haber hecho más y aplicarse el cuento”. Se quedó con una tarjeta para él. (Müller, en la foto).
Lo último que se sabe es que el juez ha impuesto una fianza de 800 millones de euros a Rato y su equipo de confianza de Bankia por la torpe salida a Bolsa. Todo está basado en unos informes de peritos del Banco de España, según los cuales se maquillaron las cuentas para salir a Bolsa. Pero aquí hay algo que no encaja porque fue el Banco de España quien aprobó la salida a Bolsa de Bankia en 2011.
Pase lo que pase, Rato es un hombre quemado política y económicamente. Los medios y los ciudadanos ya han hecho su juicio.
“Me resisto a reescribir la historia de su etapa como vicepresidente a la luz de lo que hoy sabemos”, dice el periodista. “Objetivamente, Rato hizo una buena gestión y cumplió los objetivos fijados por Aznar. Si algo se puede criticar de esa etapa es su enorme intervencionismo, colocando amiguetes en las grandes empresas privatizadas y politizando operaciones empresariales”.
Mucha gente ha perdido dinero por culpa de Bankia. Pequeños ahorradores que fueron convencidos por directores de oficina de Bankia de que aquello era un buen negocio. Según el juez, esos accionistas minoritarios invirtieron 1.800 millones de euros, nada menos. ¿Quién se los devuelve?
Pero también es verdad que esa cifra se queda pequeña ante los 22.000 millones de euros que el estado ha metido en Bankia para salvarla de la quiebra. Y eso sucedió cuando Rato ya no estaba.
“El sumario ha dejado al descubierto muchas cosas éticamente reprobables, pero dudo que tenga la relevancia penal que muchos están suponiendo”, concluye Müller.
Es posible que la pena sea inferior a la que desean los enemigos de Rato, pero mayor que la que el propio Rato espera. Cuando eso suceda, Rodrigo Rato será el alfa y el omega de dos periodos de la historia de España: el milagro económico y la crisis financiera.