La puta del rey, frase conocida y divulgada hasta la saciedad en todas las monarquías actuales y pasadas, referenciada a algo evidente y clásico: el poder absoluto convierte a los que lo detentan en mastuerzos absolutos, pensando que pueden pasar por encima de todo y de todos, para, además, pretender seguir teniendo el respeto de sus súbditos. La puta del rey fue una aclamada película de los 90, en España tenemos el libro sobre Isabel Osorio, la auténtica cortesana, vamos la puta del rey Felipe II. Este epíteto, puta, lo debemos tomar en su justa medida, no como mujer que realiza su trabajo en la calle dando placer a los hombres que se le acercan, no, sino como aquella persona elegida por el monarca para su propio placer y disfrute. Igual que elegía caballos, o portaestandartes, o alabarderos, el rey elegía sus putas, damas que debían quedar a su entero capricho y a las que posteriormente, en el mejor de los casos, daba un dadiva cuantiosa para que pudieran sufragar el resto de sus vidas.
Este acto atroz era común para los subiditos, transidos de terror ante el señor de turno y siempre amenazado por la inquisición, la iglesia y los preceptos del señor, que incluso no se dudaba en ofrecer las primicias de hijas o mujeres al opresor de turno para satisfacer sus mas bajos instintos (perdón por la frase conocida) y poder quedar a salvo de su ira. El derecho de pernada, en el fondo el clásico abuso de poder referenciado a lo más íntimo de la vida de las personas, posiblemente se sigue dando con inusual vigor en nuestros días.
La monarquía hereditaria, sancionada por Dios, defendida por los clérigos y su iglesia pervive, quizá con menos privilegios y componendas pero sin duda igual de falsa que siempre, igual de putera que siempre, igual de hipócrita que siempre, igual de indigna que siempre, igual de antidemocrática que siempre. Solo por dignidad deberíamos exigir que nadie pueda ser mas que nadie, nadie puede quedar al margen de la ley, solo por sentido común y dignidad, mientras esto exista existirá la tiranía, y la democracia será un vocablo ridículo y sin sentido. Mientras, los pelotas callen la verdad al pueblo, socapa de secreto de estado, estaremos viviendo en el gueto de la oscuridad, oscuridad medieval, oscuridad tiránica, oscuridad dictatorial la estilo de los peores momentos de la historia del siglo pasado. Mientras se trate al pueblo como un enclenque moral o intelectual, estaremos en el abismo de la dictadura.
Imaginen
Pueden ustedes hacer un pequeño ejercicio, imaginar, afortunadamente aún no se ha recortado el derecho a imaginar. Imaginar una persona por encima de la ley, que no tiene que dar cuenta a jueces o tribunales, mucho menos al pueblo, esa turba de tuercebotas inútiles y vagos. Seguimos, ese tipo se hace con una aureola falsa de buen tipo, campechano y que ayuda a su país, imaginen que durante treinta años se nos dice lo bueno que es, lo fetén que es su familia, lo que le debe el país al paisano, y solo sabemos de ellos por las revistas cuché y por su alocución anual a la que se asoma medio país embobado y genuflexo.
Pero imaginen que un día la espita se abre un poco, asoman críticas, libros apenas difundidos algunos valientes que alzan la voz. Otros empiezan a decir que lo sabían pero esa mordaza, esa censura les impedía hablar, cobardes. Su propia familia se encarga de darnos argumentos para criticar y saber que no todo es rosa. Asoman a las páginas de periódicos y revistas especializadas y la gente empieza a mosquearse. Imaginen que un miembro empieza a robar a diestro y siniestro y el jefe le enseña como hacerlo, con cuidado, pero cuando le pillan un poco, lo manda lejos, con buen sueldo para que cuide a su nena, pero ha sido demasiado descuidado y el no es el jefe, y además la situación es lacerante para el país. Imaginen que un juez que no tiene ya nada que ganar, y sólo demostrar que la ley es efectivamente igual para todos llama a la nena, y terremoto, la prensa nos dice que llevan mesas presionando, muy democrático, al juez, ahora la casa entra en cólera por el cambio de criterio y se queja y se sitúa al lado de la fiscalía, la institución más antidemocrática del mundo, sigan imaginando, imaginen un final feliz, todos a casa, lo normal en una democracia de burros como esta o imaginen lo bueno para la libertad, al trullo con ellos.
Después de imaginar les invito a que sigan leyendo periódicos, a salir a la calle, a hacer escraches a esos que no hemos elegidos y a los elegidos también, para que de una vez por todas hagan algo por los pobres, los necesitados, los que se ahogan, los arruinados, los estafados y se dejen de aparecer en plasmas, en salones de alto copete y miren a este país arruinado no solo económicamente sino moralmente.