“La Madrina. Cómo Angela Merkel reforma Alemania. Lo ha escrito Gertrud Höhler, una mujer atractiva mujer a sus setenta y dos años, que fue asesora del Canciller Helmut Kohl, profesora de Germanística y habitual de tertulias y saraos político-intelectuales en las teles alemanas.
Dicho así, en femenino, suena suave. Otra cosa sería si lo tradujéramos como “La padrina” y empezáramos la noticia con la imagen de Marlon Brando y la banda sonora de Nino Rota.
Porque esa es la intención de la autora: Angela Merkel no es la madrina que nos trae chuches por Navidad, si no la Padrina que ha creado un entramado cuasi mafioso a su alrededor para hacerse con el poder absoluto y que lleva a Alemania a una dictadura.
¿Suena fuerte? En verdad que sí. Höhler no tiene pelos en la lengua. Empezando por describir a Angela Merkel como un producto de la dictadura comunista, que aprendió a sobrevivir guardando silencio, sin comprometerse con nadie. (Eso es verdad en el caso de Angela Merkel. Tenía 35 años cuando cayó el muro y no se le conoce ninguna actividad política hasta entonces ni para bien ni para mal. Lo único que se sabe es que, al parece, la Stasi, la policía política de la DDR intentó reclutarla, al parecer sin éxito, cuando estudiaba físicas con el cebo de un trabajo en una cátedra). Según Höhler, ese comportamiento de guardar silencio sin comprometerse con nada es la pauta principal del comportamiento de Merkel. El silencio es oro y por la boca muere el pez.
A decir verdad, hasta aquí poco se puede discutir. Merkel es así a todas luces, ella lo reconoce, lo alimenta y ha hecho del silencio un arte de la política.
De la infinidad de polémicas que ha tenido que sortear dentro de su propio partido ella ha sido siempre la última en hablar, después de meses, o años, en que sus correligionarios le pidan lo que aquí llaman una “Machtwort”, una “palabra de fuerza” para zanjar una discusión. Merkel también es de lo que deja que los problemas se pudran para que se solucionen solos. Y hasta ahora no le va mal.
Cuenta la autora también una evidencia que los medios han contado hasta la extenuación: cómo Merkel se ha ido deshaciendo implacable de todos los que le hacían un poco de sombra y se ha ido rodeando de leales, quizá mediocres pero entusiastas incondicionales. Al mismo tiempo, Höhler constata que Merkel ha robado las ideas al resto de partidos (abandono energía nuclear, por ejemplo).
¿Algún problema con ese comportamiento?
Cada político echa mano de sus “recursos” cuando de lo que se trata es de sobrevivir en el mundo de la política, de hacerse con el poder, conservarlo y ampliarlo hasta donde sea posible. Y eso incluye también eliminar a los rivales, de dentro y de fuera, faltaría más…
En eso se basa Höhler para llamarle “una máquina del poder”. Otros lo intentan, pero no pueden.
Pero Höhler no se queda ahí: Dice que Merkel se ha saltado las leyes en la crisis de Europa, las europeas negando la ayuda a Grecia, las alemanas cuando pone los Fondos de Rescate para los países del Sur, impone condiciones estrictas a estos países con un paternalismo antidemocrático y hurta a los Parlamentos la capacidad de decidir.
La conclusión de la autora es que Merkel está llevando a Alemania a una dictadura porque ha insuflado en el alemán medio la idea de que “no hay alternativa” a su política. Todo suena incluso más duro si se entresacan frases de este libro que estoy seguro será un superventas. A Höhler ya le han dicho de todo estos días: que es una envidiosa, una resabida, una frustrada porque nunca llegó a un cargo político relevante (Ministra) y no han contado con ella cuando se fue Kohl.
No he leído el libro. Me limito a recoger lo que ha comentado la prensa. Y, a primera vista, todo me parece un poco exagerado. Está claro que para vender libros hay que escribir cosas que suenen fuerte. Si alguien quiere darse una dosis de venganza contra la mujer que tiene la llave de la despensa difícilmente encontrará otra ocasión mejor.