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"LA CORRUPCIÓN RARAS VECES COMIENZA POR EL PUEBLO" (MONTESQUIEU)

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Arturo Perez Reverte"No creo que muchos diputados hayan leído un solo discurso de Cánovas, Sagasta, Prieto, Azaña, Sagasta o Calvo Sotelo. Desconocen la tradición parlamentaria de la Restauración y de la II República. Estamos en manos de unos políticos que están haciendo una España virtual que no tiene nada que ver con la realidad. Si paras en cualquier taberna de pueblo o cualquier bar de carretera, allí donde haya trabajadores, te das cuenta de un divorcio absoluto. Se han construido una España política sólo para ellos, en la cual medran y se acuchillan, aunque luego se van a comer juntos tras el número parlamentario. Y esto es indignante."

Caso 'Gürtel': No son chorizos, son políticos corruptos


NOTEBOOK, José Antonio Zarzalejos



Cuestiones previas: es importante, desde luego, que de la instrucción sumarial del caso Gürtel no se deduzca la existencia de financiación ilegal del PP y, sigue siendo cuestión esencial respetar la presunción de inocencia. Pero estos dos presupuestos quedan muy debilitados con otras dos constataciones: de una parte, que los presuntos delitos fueron cometidos por cargos del PP y que, por lo tanto, el partido en su conjunto está concernido por la situación creada; y, de otra, que la presunción de inocencia queda debilitada en extremo cuando los indicios delictivos son tan contundentes como los que se han ido conociendo hasta ayer, una vez desvelado el secreto de la instrucción judicial.
Con alguna dosis de benignidad se ha venido diciendo que aquellos que -parlamentarios, alcaldes, consejeros, responsables de la organización- cobraron de Francisco Correa o fueron beneficiados por su trama más allá de la entendible cortesía son simples chorizos incrustados en un partido político para medrar. Nada de eso. Porque en español es chorizo el “ratero, el descuidero, el ladronzuelo”. Y en el caso Gürtel estamos contemplando cuellos blancos, puños dobles con gemelos de firma y cantidades de un importe que desbaratan cualquier recurso semántico para disminuir la enorme responsabilidad de los imputados. Y están implicados políticos -“persona que interviene en las cosas del gobierno y del Estado”- que se han corrompido, es decir, que son corruptos -“que se dejan o se han dejado sobornar, pervertir o viciar” -.
Dicho lo cual, la gravedad del tema no se despacha -y lo siento de veras por el PP y por el propio Mariano Rajoy- con una declaración que relativiza la importancia del asunto porque no afecta a la financiación del partido, o que contiene la indignación que genera el caso con el dique de la presunción de inocencia.
En definitiva: el PP y su presidente nacional -que con buen criterio se resiste a que los medios le marquen su agenda- ha de reformular su hasta ahora menguado discurso.
Primero, porque los militantes del partido imputados han tenido una singular relevancia autonómica y -en el caso deLuis Bárcenas- también en el aparato central de la organización.
Segundo, porque los cohechos -y el cortejo de presuntos delitos que podrían acompañarlo- se han producido en Administraciones Públicas regidas por miembros electos del Partido Popular. En ambos casos se produce unaresponsabilidad política de aquellos que, obligados a velar por la integridad de sus subordinados y la escrupulosa utilización del dinero público, no fueron capaces de conocer, primero, y evitar, después, los desmanes que la instrucción judicial del caso Gürtel ha puesto de manifiesto.
Medidas de impacto
Es cierto, como ayer recordó, José Antonio Durán i Lleida, que los electores del PP no dejarán de votarle por este u otros casos, como el de Matas en Baleares, igual que los de CiU no dejarán de hacerlo por el caso Pretoria oMillet, pero leer este episodio de corrupción política en términos electorales y sólo electorales, es achatar la conciencia colectiva y banalizar el sentido ético con el que los ciudadanos han de seleccionar su sufragio. De ahí que corresponda al PP -y ya no debe temer su Ejecutiva ninguna precipitación- reformular su discurso, evitar argumentarios defensivos y construir otros proactivos que saneen su imagen y percepción.
Las medidas posibles son muchas y de impacto: suspensión de militancia; retirada a los implicados de cualquier ayuda sea de la naturaleza que fuere; reclamación pública y fehaciente del escaño (los parlamentarios siguen cobrando sueldo público) en cualesquiera de las Cámaras de las que formen parte los imputados; investigación interna encomendada a una firma de auditoría con independencia y solvencia contrastadas y formulación de un discurso catártico y sin medias tintas. Porque, insisto, no estamos ante un grupo de chorizos, sino ante una trama de corrupción política que se ha producido en el PP y en Administraciones autonómicas y municipales encomendadas a la responsabilidad de sus electos.
Esta reacción de los populares es necesaria tanto por razones de fondo y de carácter ético, como por otras de naturaleza política y estratégica. Si Mariano Rajoy -sin que se sienta sometido a los dictados de ningún medio de comunicación sino a los de su propia conciencia en la que muchos confiamos- no esgrime el bisturí y saja, el caso Gürtel puede convertirse en una vía de agua en la línea de flotación del partido que los socialistas -ahogados por el desempleo, el déficit público y el marasmo general de España- aprovecharán hasta exprimirle cuantos réditos le sean posibles. Porque, insisto, lo que se ha desvelado es una trama de corrupción política, es decir, que se prevalió del poder en su beneficio. Nada más lejos -en términos morales- del choriceo tan común en nuestro país. Suponer cosa distinta es engañarse.
s2t2 -